La cerveza es una bebida compleja que presenta muchos matices en cuanto apariencia, aroma y sabor. Por supuesto tenemos cervezas que son de lo más sencillas, que no representan un cúmulo tan grande de todas estas aristas sensoriales, pero tampoco son ajenas a ello; y también tenemos cervezas muy complejas y con una vasta y cargada cantidad de sensaciones que esperan explotar en nuestro paladar.

Cuando estas consciente de esto, entiendes que la cerveza tiene que consumirse de una manera en la que el cuerpo humano pueda identificar toda esta paleta de sabores, aromas y colores que cada chela tiene para nosotros. Entiendes que cada trago cuenta y cada gota es sagrada, pero ¿cómo expreso al máximo el potencial de mi cerveza? -te preguntaras. Y la respuesta es más sencilla de lo que crees: Sirviéndola en un vaso.
Ah, pero no cualquier vaso. Eso lo va a dictaminar el estilo de cerveza que vas a beber.

Generalmente, un vaso alto y ancho (tipo pinta), es un recipiente aceptable y que va a ayudar a tu cerveza a comunicarse contigo a través de los sentidos, pero va a necesitar un empujoncito más. Y para eso existe la iniciativa de #ProperGlass, con la que se invita a los consumidores a tener el vaso adecuado para cada estilo de cerveza. Puede ser una pinta inglesa, una nonic, una copa flauta, un cáliz, un vaso de trigo, un snifter, un tulipán, una teku, etc., etc., de nuevo, eso dependerá de la cerveza que vayas a beber.

No temas preguntar, cuando compres tu cerveza, por el vaso adecuado para ella. Acércate con los expertos o con personal calificado para tener una recomendación de qué cristalería necesitarás, ya que es importante saber y tener ese vaso que puede hacer la diferencia entre “una cerveza para “bajar” el calor” o “una cerveza para disfrutar la tarde y estar de buen humor el fin de semana”.

-Alex Guerra